Si el debate político y social, en la primera mitad de los años sesenta, se orientaba a la recuperación de los símbolos nacionales, como el cobre, la industria editorial de las fotonovelas procura generar mayor actividad con la producción local de historias fotografiadas y dejar de depender de la adquisición de relatos extranjeros. En agosto de 1963, la página editorial de Cine Amor publica la proclama de la chilenización de la fotonovela.